Todo el mundo a lo largo de su vida tendrá que llevar unas gafas.
De pequeño porque tus padres detectan que haces cosas raras con los ojos.
En la adolescencia, o de adulto porque tu esfuerzo en el trabajo estudios te han provocado una miopía.
Cuando llegamos a una edad media (45 años más o menos) que empezamos con la vista cansada.
En casos más constantes en el tiempo, que tenemos un problema visual y tenemos que llevar gafas durante toda la vida.
O simplemente porque tenemos que llevar unas gafas de sol para nuestra protección ocular.
Por estos motivos u otros, tarde o temprano tendremos que ponernos unas gafas delante de nuestros ojos. Siendo estas sus fieles compañeras en el día a día. A cambio ellas solos nos requerirán un poco de atención.
LAVAR. Con agua templada y, en caso necesario, con jabones neutros. No utilizando nunca productos de limpieza domésticos agresivos para nuestros lentes correctores, como el alcohol u otros líquidos con disolventes. Para ello en las ópticas se dispone de productos de limpieza (sprays, toallitas húmedas…) que te garantizan la duración de tus gafas.
SECAR. Con un paño suave sin pelusas. Para una limpieza rápida y que no utilicemos productos que humedezcan la gafa, utilizaremos gamuzas de microfibra que nos facilitaran en nuestra óptica a la entrega de la gafa en su estuche correspondientes. Estas gamuzas se pueden lavar y reutilizar sin deterioro infinidad de veces.
GUARDAR. Siempre en la funda que le facilitara el óptico. No dejándolas en sitios peligrosos como sillones, camas… o con las gafas bocabajo que hace que se rallen los lentes.
AJUSTAR. No ajuste nunca las gafas. Llévalas a su óptico de confianza donde dispondrá de los medios adecuados para su ajuste perfecto.
Estos cuatro puntos le ayudaran a que sus gafas duren un poquito más con usted y que puede disfrutar de ellas y de una visión perfecta.