El sistema visual del recién nacido es inmaduro y alcanza la madurez casi completa en los primeros tres años de vida, aunque persiste una cierta plasticidad entre los 3 y los 8 años.
Durante su desarrollo pueden aparecer circunstancias que entorpezcan o impidan el buen desarrollo de sus habilidades visuales.
Cualquier anomalía que distorsione o suprima la imagen visual durante el desarrollo visual puede dar lugar a una ambliopía (disminución de la agudeza visual sin que exista ninguna alteración de las estructuras del ojo).
Los principales factores de riesgo para el desarrollo de la ambliopía son:
– el estrabismo (la falta de alineamiento visual),
– una visión desigual entre los dos ojos (anisometropía).
A partir de los 6-8 años, desaparece el riesgo de desarrollo de ambliopía.
¿Cuándo llevar al niño al oftalmólogo?
El niño debe ir al oftalmólogo cuando se observe:
– reflejo pupilar blanquecino o anomalías palpebrales. Esto se detecta al nacer.
– realiza movimientos erráticos de los ojos.
– si el niño desvía los ojos.
– se acerca al papel al leer o escribir.
– tuerce la cabeza a ambos lados con frecuencia al leer.
– tiene dolores de cabeza tras esfuerzo visual.
– tiene ojos rojos, legañas, lagrimeo.
– parpadea fuertemente para poder mirar.
– se frota continuamente los ojos.
– Antecedentes familiares de miopía, hipermetropía, astigmatismo u otras enfermedades oculares.
Además de acudir al oftalmólogo ante estas situaciones es necesario realizar revisiones oftalmológicas rutinarias:
– 1er mes de vida: descartar problemas oculares severos y malformaciones congénitas.
– A los 3 meses: diagnóstico del estrabismo.
– A los 3 años: defectos refractivos.
– Posteriormente visitas cada 2 años.